Iquitos es una ciudad a la que se accede únicamente por vía fluvial o vía aérea. No hay carreteras que la conecten con el resto del país. Nuestra intención era llegar hasta la pequeña población de Yurimaguas para tomar uno de los barcos cargueros que navegan por el río Marañón hasta desembocar en el río Amazonas, en la ciudad de Iquitos. La experiencia de estar varios días tumbados en una hamaca cruzando la selva amazónica es de esas experiencias para contar.

Pero para llegar desde Chachapoyas hasta Tarapoto, pasando por selva alta y acabar en la inmensa llanura selvática, primero tuvimos que pasar por alguna que otra historia.

Salimos a la carretera y tiramos dedo, por delante nos quedaban mínimo 8 horas sin apenas parón. No iba a ser fácil, o sí, pero largo seguro. Lo que no sabíamos es que nos separarían 14 horas hasta Tarapoto, en un camión que pinchó rueda a medio trayecto. Al final llegamos con éxito. Pasamos la noche en Tarapoto y al día siguiente solo nos quedaría tomar algún transporte que nos acercara a Yurimaguas, población donde se toma el barco carguero.

De Yurimaguas a Iquitos

Llegamos, pero antes teníamos que preparar nuestro crucero. Así que entre buscar hamacas, comprar víveres y agua para todo el camino perdimos el barco de esa tarde y pasamos el resto del día visitando este pueblo portuario.

Puerto de Yurimaguas
Puerto de Yurimaguas

Cuando fuimos a informarnos acerca de los próximos horarios de salida de los barcos ¡sorpresa! El próximo no saldría hasta dos días después. Nos tocaría esperar algún día más en Yurimaguas. Por suerte, el barco, o las lanchas como les llaman por aquí, dejan dormir a sus pasajeros mientras duran las duras tareas de carga, así que pasamos el primer día durmiendo en un baratísimo hospedaje y los dos días siguientes nos trasladamos a dormir al barco. Sí, el barco se retrasó otro día más.

Labores de carga
Labores de carga
Zona común de descanso
Zona común de descanso

Llego el día que el capitán decidió que era momento de partir. Así que empezaba nuestra gran travesía por el sinuoso Río Marañón, creando infinidad de afluentes a su paso. Nos adentrábamos en la selva y se cumplía uno de nuestros sueños.

Los días en el carguero pasan lentos, poco a poco vas conociendo al resto de pasajeros y las conversaciones se multiplican y se repiten hora tras hora, son necesarias. Cuando el barco atraca en algún poblado de la selva para que suba o baje algo de carga, todos estamos a la expectativa. Es entonces cuando los habitantes de las aldeas suben al barco y aprovechan para vender sus productos, sobretodo alimentos. Es ahí cuando nos damos cuenta lo tan necesario que es este medio de transporte en el movimiento de personas, como de dinero para estos poblados.

Aldeas del río Marañón
Aldeas del río Marañón
Río Marañón
Río Marañón
Personas que se bajan del barco en botes locales
Personas que se bajan del barco en botes locales
El grupo extranjero del barco
El grupo extranjero del barco
Atardeceres selváticos
Atardeceres selváticos
Acabando el día en la cubierta
Acabando el día en la cubierta

Así, día tras día paseando por la amazonia y viendo paisajes a lo National Geographic se llega a Iquitos.

Lujosas instalaciones del barco
Lujosas instalaciones del barco

De Iquitos a Pucallpa

El viaje de vuelta fue más movido, podríamos decir que mucho más selvático. Desde el puerto Henry de Iquitos, salen los barcos cargueros Henry hacía Pucallpa. Estos barcos parten mínimo tres veces a la semana. Para salir de Iquitos tuvimos que estar atentos y pasamos al menos tres veces por el puerto a hablar con el capitán a ver en qué situación de carga se encontraba el barco.

Estos barcos hasta que no llenan, no salen. Así de sencillo. ¡Aquí hay que venir con paciencia y flexibilidad! Quien venga con planes está perdido. En Iquitos hacía mucho calor y la humedad era alta, teníamos ganas de salir, pero como no queríamos perder el barco Henry X nos vinimos a vivir aquí gratuitamente hasta su salida, por suerte la salida no se demoró más de dos días. Tarda la friolera de seis días hasta llegar a Pucallpa, recorre a contracorriente el río Ucayali. La experiencia que vivimos fue mucho más local y más austera que la experiencia que tuvimos de venida a Iquitos. Los barcos Henry son peores. A parte, éramos 138 peruanos, sin contar la cantidad de niños, y solo dos extranjeros. Nosotros.

A bordo del Henry 10
A bordo del Henry 10
Haciendo hueco donde podemos
Haciendo hueco donde podemos

Para en prácticamente todas las aldeas a cargar y descargar mercancía, también vuelve a ser el medio de transporte de cientos de personas en la selva. No habíamos visto una cosa igual, en el río Ucayali hay mucho más movimiento.

Las tres comidas al día están incluidas en el precio del pasaje, pero eran puro rancho. Suena la campana cuando está terminada la comida y todos en fila india nos apresuramos con nuestro tupper y cuchara. La dieta es variada, pollo con arroz o arroz con pollo.

Río Ucayali
Río Ucayali
Aldeas del río Ucayali
Aldeas del río Ucayali
Descargando mercancía en uno de los poblados
Descargando mercancía en uno de los poblados
Botes locales
Botes locales

La convivencia con tanto local se hizo graciosa y dura a la vez. Algunas personas, pero sobre todo niños, no están habituados a ver extranjeros y se nota. Al principio resultaba gracioso, pero después de seis días encerrados en un barco uno empieza a añorar algo de intimidad.

Transcurrían los días y nos íbamos habituando, pero al sexto día cuando vimos Pucallpa a lo lejos, ¡no nos lo creíamos! Cuando pisamos tierra firme nos despedimos de las personas con las que habíamos compartido el viaje y contentos de haber podido vivir esta experiencia.

Paisajes inolvidables
Paisajes inolvidables