La última etapa de nuestro viaje por Japón le tocó a Tokyo. Dejamos para el final la gran ciudad. Solo ver un mapa de su red de transporte ya asusta, y uno se puede hacer una idea de la gran extensión que ocupa.

Queríamos dedicarle tiempo, tomárnoslo con calma para entender y disfrutar de las múltiples opciones que nos pudiese ofrecer. Armados con un recorrido de los lugares más comunes para visitar, muchas ganas de andar y una curiosidad mayor, nos adentramos en esta urbe que empequeñece a cualquiera.

Takahiro nos brindó la oportunidad de hospedarnos con él y su familia. Disfrutamos con ellos de agradables y muy interesantes conversaciones durante la noche mientras, durante el día, podíamos adentrarnos en Tokyo y conocer sus muchísimos lugares.

Listos para cenar con Takahiro y su familia
Listos para cenar con Takahiro y su familia

Sin pensarlo dos veces, nos fuimos directos a Shibuya, conocidísimo por el cruce más famoso del mundo, donde al día miles de personas lo usan para ir a su trabajo, de compras o simplemente fotografiarlo. Es un punto de encuentro, y el ambiente que se respira es muy variado, cualquiera tiene un pequeño espacio en este sitio. Nuestro primer contacto fue como agitar una botella de gaseosa y destaparla. Deambulamos por la ciudad sin rumbo, únicamente para tomar contacto y sorprendernos sin más. No nos decepcionó. Si todo lo que habíamos visto hasta ahora nos había gustado de Japón, Tokio lo reunía todo y además añadía a la lista.

Carteles alrededor del cruce más famoso
Carteles alrededor del cruce más famoso
Preparados... listos... ¡YA!
Preparados… listos… ¡YA!
Shibuya en pleno movimiento
Shibuya en pleno movimiento

Al día siguiente aprovechamos el día desde su inicio. Empezamos yendo al Tokyo Metropolitan Government Building, un edificio muy alto donde puede observarse la ciudad desde la planta más alta, y las vistas, hay que decir, acojonan. La ciudad no tiene límites y se extiende más allá de lo que nuestros ojos eran capaces de ver. Impacientes salimos a recorrerla por nuestra cuenta.

Vistas de altura desde el TMGC
Vistas de altura desde el TMGC

El siguiente punto fue el palacio Imperial y sus jardines. Un parque que cumple con todas las características japonesas, tranquilo, bonito y muy bien cuidado. Pese a toda la gente que hay, uno puede relajarse leyendo un libro o tumbarse a la sombra de uno de sus muchos árboles sin que nadie le moleste. Una gozada.

Jardines imperiales
Jardines imperiales
Foso del Palacio Imperial
Foso del Palacio Imperial
Uno de los edificios del Palacio Imperial
Uno de los edificios del Palacio Imperial

También visitamos la famosa calle Takeshita, punto de encuentro de los más extravagantes. Vestidos como sus héroes de cómic, o siguiendo alguna de las tribus urbanas del momento, aquí se reúnen para pasear arriba y abajo o comprar en una de las tiendas, a cada cual más kitsch.

Mira, mira! Salimos en la pantalla!
Mira, mira! Salimos en la pantalla!
Paseando por la calle Takeshita
Paseando por la calle Takeshita
Entrando a una tienda cualquiera de cómics
Entrando a una tienda cualquiera de cómics
Sala de juegos, nosotros mejor ni lo intentamos...
Sala de juegos, nosotros mejor ni lo intentamos…

Todo sorprende, llama la atención, pero poco a poco uno se va acostumbrando y entendiendo que dentro de una sociedad tan compleja y donde conviven gran cantidad de personas, el sentirse diferente o el pertenecer a un grupo es algo esencial para no sentirse fuera de ella. No muy lejos de aquí está Omotesando, una calle con lo último en marcas. Como viene siendo normal, toda ciudad tiene una. Esperábamos que fuese algo más extravagante pero pasó inadvertida.

El último día antes de despedirnos de Takahiro, nos llevó a visitar su Universidad. Como es normal en Japón, aquí se lo toman todo muy enserio, y la facultad de agricultura y veterinaria resultó ser un lugar muy interesante. En plena ciudad, una gran extensión de terreno conforma un campo de cultivo para el estudio y un centro para el cuidado de caballos, ovejas y cabras, aparte de gallinas, pavos y otras aves.

Los siguientes días nos hospedamos en casa de Harumi, en pleno corazón de Tokyo. Otra gran oportunidad de conocer la vida de una joven japonesa con sueños y ambiciones. Ella nos acompañó de nuevo al Tokyo Metropolitan Goverment Center, pero esa vez de noche. Si las vistas durante el día ya son espectaculares, durante la noche la ciudad se torna aún más enigmática. Todo iluminado parece como si el cielo estrellado hubiese caído a la tierra.

Apunto de cenar junto a Harumi
Apunto de cenar junto a Harumi
Así luce Tokyo de noche
Así luce Tokyo de noche

Visitamos durante los siguientes días más de la ciudad. El parque Yoyogi es un genial punto de encuentro y uno de los lugares que más nos gustó. Durante el fin de semana todo tipo de grupos se reúnen aquí para compartir sus hobbies. Ya seas artista, rockero, fanático del anime, o que te guste “lo español”, aquí puedes encontrar un rincón para ti. Aquellos que no tengáis idea de lo que os gusta, podéis pasearos por aquí en busca de vuestra afición. La oferta es amplia y variada y de buen agrado os enseñaran como se lo montan. Se nos pasó el tiempo volando, cuando quisimos darnos cuenta el día ya había acabado.

Estadio Olímpico de Tokyo cerca del parque Yoyogi
Estadio Olímpico de Tokyo cerca del parque Yoyogi
Un domingo cualquiera en Yoyogi park
Un domingo cualquiera en Yoyogi park
Cada uno defiende su personaje manga favorito
Cada uno defiende su personaje manga favorito

Visitamos templos y otros atractivos famosos de Tokyo, pero lo que más nos gustó fue sin duda eso que hace de Japón un país singular y que solo aquí se encuentran. Esos pequeños detalles como las tiendas de animales donde los clientes pagan por pasar un rato con un perro o gato para pasearlo, darle de comer o acariciarlo. La cantidad de salas de juegos abarrotadas a todas horas o las tiendas de comics con tantos que se hace imposible creer que se pueda llevar la cuenta de cuantos existen. Cada uno hace lo que más le gusta y lo hace con muchas ganas, tantas que muchas veces roza o supera la obsesión, hecho que hace pensar que esa sociedad aparentemente tan perfecta también paga un precio.

Calle comercial de Tokio
Calle comercial de Tokio
Nos encontramos con una boda sintoísta
Nos encontramos con una boda sintoísta
¿Queda claro el destino del autobús?
¿Queda claro el destino del autobús?
Tokyo station
Tokyo station
El Skytree se ve desde muchos puntos de la ciudad
El Skytree se ve desde muchos puntos de la ciudad
Paseando por Asakusa
Paseando por Asakusa
Templo Senso-Ji
Templo Senso-Ji
El Skytree des de otro punto
El Skytree des de otro punto
Tokyo nocturno a pie de calle
Tokyo nocturno a pie de calle
Las tragaperras japonesas
Las tragaperras japonesas

La última noche antes de abandonar Japón lo haríamos en compañía de Ray y Machi compartiendo grandes momentos y conociendo parte de su circulo de amigos. Una noche interesante, corta pero intensa, divertida y que bien resume lo que ha sido nuestro paso por este país. Disfrutamos como enanitos, y aconsejamos encarecidamente a todo aquel viajero, sea cual sea su presupuesto, que no dude en visitarlo. Japón se puede, Japón se presta y no decepciona.

A las afueras de Tokyo
A las afueras de Tokyo
Tokyo nos despide de Japón
Tokyo nos despide de Japón