Nos subimos a un autobús dirección Pisco, una ciudad cercana a la Reserva Nacional de Paracas y Las Islas Ballestas. Cada paso que damos es imprevisible, es lo bonito de viajar. No teníamos idea que ese día iba a ser uno de los más emotivos en nuestro paso por Perú, al menos en lo que llevábamos visitado.

La señora, tan amable por su parte, nos indica que mejor no dejar las mochilas en el altillo, al dormirnos puede que alguien se despiste y se apropie de lo que no es suyo.

Nos limitamos a mirar por la ventana, con nuestras mochilas entre el hueco de los asientos y comentando entre nosotros los próximos pasos.

Llegamos a Pisco, una ciudad que fue devastada por un terremoto hacía unos años y que  hoy se alza con edificios nuevos en su gran mayoría, pues el sismo dejó la ciudad en ruinas. Llegamos algo tarde y le comentamos a la señora que nos hizo la advertencia si conocía el lugar donde partían los autobuses a Paracas. Ella misma nos acompañó hasta el lugar.

La señora, que vivía en Pisco y se conocía bien el funcionamiento, nos indicó que en las mañanas parten unos buses muchísimo más económicos y que así llegaríamos pronto a Paracas y podríamos aprovechar el día entero allí. También nos advirtió del alto coste de alojamiento. Sin darnos tiempo a pensar como nos lo íbamos a manejar, aunque muchas opciones no teníamos, muy amablemente la señora nos propuso quedarnos aquella noche en su casa sin ningún tipo de obligación y por el gusto de ayudar a dos peregrinos que visitan su país. Un par de miradas cómplices entre nosotros bastaron para animarnos y aceptar la oferta.

A partir de ese momento todo fue rodado. Luci, que así se llamaba, había vivido durante muchos años en EEUU y se había retirado a su ciudad natal. Sin marido, en compañía de su hermana y con los hijos viviendo en América del Norte, esta señora nos abrió las puertas de su casa, nos dio de cenar y de desayunar, su hospitalidad fue exagerada y no nos dejó hacer nada, únicamente que le explicáramos nuestra historia, quería viajar a través nuestro, pero nos sorprendió ella a nosotros cuando nos contaba lo mucho que había viajado.

Junto con Luci
Junto con Luci

La vida en el camino es así, te hace llegar a personas que te llegan al corazón y sacan de ti esa parte viva, te recuerdan que pese a lo que nos hacen creer, la gente siempre está dispuesta a ayudar. Creemos que vale mucho la pena explicar estas historias que ocurren cada día y que las noticias nunca sacarán por la televisión. Y con esa gran sensación nos despertamos pronto al día siguiente  y nos fuimos hacía Paracas.

Las islas Ballestas es una reserva natural de mucha riqueza salvaje. También son importantes por el guano, un potente fertilizante muy comercializado y del que el estado tiene el control de su explotación. Al extraerse de una reserva natural, hay mucho control y solo durante una época al año se realizan las tareas de recolección.

Barco para el descanso
Barco para el descanso
Aves sobrevolando el mar
Aves sobrevolando el mar
Están muy cerca
Están muy cerca
Aves en busca de comida
Aves en busca de comida
Islas Ballestas
Islas Ballestas
Los pájaros y el guano
Los pájaros y el guano

La reserva cuenta con mucha variedad animal. Algunos de los animales que se pueden ver son lobos marinos, aves guaneras o pingüinos de Humboldt. La visita dura unas dos horas y el espectáculo es increíble, sin bajar de la embarcación, se puede disfrutar de la inmensa población de aves que colapsan todo el territorio terrestre, dejando únicamente algún reducto a los mamíferos. Por el camino, se divisa el Candelabro, un geoglifo de grandes dimensiones que guarda relación con las Líneas de Nazca.

Familia de leones marinos
Familia de leones marinos
Aves
Aves
Multitud de aves en las Islas Ballestas
Multitud de aves en las Islas Ballestas
Lobos marinos tomando el sol
Lobos marinos tomando el sol
Lobo marino
Lobo marino
Colonia de aves
Colonia de aves
Colonia de Pingüinos
Colonia de Pingüinos
El Candelabro
El Candelabro

De vuelta, y con algún tiempo para asimilar lo que vimos, nos fuimos a la siguiente excursión, la visita a la Reserva Nacional de Paracas. La corriente de Humboldt azota a esta parte de la costa del continente americano. Des de Perú hasta Chile, esta corriente seca la tierra y ayuda a la proliferación de diferentes hábitats, pero lo más impresionante son sus paisajes áridos al borde de la costa.

Reserva Nacional de Paracas. Puro desierto
Reserva Nacional de Paracas. Puro desierto
Al fondo el océano Pacífico
Al fondo el océano Pacífico
Acantilados junto al Pacífico
Acantilados junto al Pacífico
Playa Roja en la Reserva Nacional de Paracas
Playa Roja en la Reserva Nacional de Paracas

Aquí conocimos a Carolina, una chica colombiana que estaba visitando el sur de Perú. Nuestro próximo destino era el mismo, y le hablamos de nuestra manera de viajar, le dijimos que saldríamos de allí en autostop, y sorprendida nos preguntó si realmente funcionaba, y nosotros le propusimos que se animara a probarlo con nosotros. Nos sorprendió que dijera que sí tan rápido y nos echamos a la carretera. No tardó mucho en recogernos un camión, que nos llevó hasta la Panamericana, donde minutos después nos recogería otro coche que nos llevó hasta nuestro próximo destino.