A medida que descendíamos desde Pyin Oo Lwin a Mandalay, notábamos como la temperatura ascendía. Empezábamos a notar el calor de la ciudad, que ya veíamos a lo lejos en cada una de las curvas que tomaba la pick-up.
Después de un día muy largo llegamos a Mandalay, cerca de la estación de trenes. La ciudad es grande y se nota que el ambiente está cargado.
Una vez dejamos las mochilas en el hostel, fuimos a cenar a una de las teterías más concurridas de la zona. Buscando un sitio dónde sentarnos vimos de nuevo a Jesús, así que quedamos con él para ir a visitar la ciudad al día siguiente.
Por la mañana, subimos hasta el punto más alto de la ciudad. Bordeamos el palacio de Mandalay hasta ver la entrada al templo, situado en una colina desde el que se prometían buenas vistas. Subimos todas las escaleras de la colina, y después de subir y subir finalmente llegamos al templo.
La bajada no fue menos interesante, tomamos la carretera y tranquilamente fuimos pasando por algunas de las escuelas de monjes que hay por esa zona hasta la Kuthodaw Paya, que consta de una pagoda con losas donde hay escritos del budismo theravada, se dice que es el libro más grande del mundo.
De estos templos hay dos, uno de ellos es una réplica y no están lejos uno de otro así que los visitamos los dos.
Seguimos rumbo a la otra zona de la ciudad para ver el mercado de Jade, pero el tiempo se nos echó encima y empezó a oscurecer, así que decidimos darnos media vuelta ya que el camino hasta allí ya había sido suficientemente interesante y nos quedaba un trecho largo de retorno.
Otro día nos dirigimos a ver los templos de la colina de Sagaing y el puente de U Bein en Amarapura. Para ir alquilamos una moto, toda una experiencia moverse con este transporte por las calles de Mandalay. ¡Curso intensivo de conducción a prueba de nervios!
Una vez de vuelta y después de despojarnos de la suciedad impregnada después de todo el día circulando entre tanto camión y tragando polvo, quedamos con Jesús, Felipe e Yvonne para cenar.
Una velada para recordar y donde el tiempo se nos hecho encima, salimos del restaurante los últimos y las calles ya estaban vacías. Una despedida muy emotiva, Jesús ya volvía a casa, Felipe e Ivonne proseguían su camino hacía Tailandia y nosotros continuábamos nuestras andanzas por Myanmar.
Nunca sabe uno lo que está por venir, pero la alegría de reencontrarse con aquellos que aportan algo más que una conversación es indescriptible.
6 comentarios
Seguir disfrutando de esos momentos
Gracias!!!!!
Besos,
Alberto & Sonia
Impresionante, sin palabras.Seguir disfrutando!!
Un abrazo enorme y mucha fuerza����
Natalia.
Gracias Natalia!!!
Un abrazo enorme,
Alberto & Sonia
Qué nostalgia Myanmar!! ahora nos ponemos al día leyendo vuestras entradas, por ahora esta nos ha encantado! nosotros hicimos un poco más de deporte que vosotros ya que fuimos a U Bein en bici! jajaja (en moto hubiese molao más ;P)
Un abrazo desde México!
Hola Silvia y Carlos,
Sí que hicisteis ejercicio, hay un rato pedaleando!!
Nosotros también nos lo planteamos en bici, pero llegar hasta Sagaing, todo en el mismo día era demasiado!! jajajaj Con la moto nos lo pasamos genial, toda una experiencia!
un abrazo chicos!!!
Alberto & Sonia