De camino a la frontera entre Colombia y Ecuador hicimos una parada para visitar la ciudad de Popayán. Ésta se caracteriza por el color blanco de las paredes de la mayoría sus edificios. Su encanto reside en eso, detenerse para relajarse un poco.
Una ciudad tranquila que invita a pasear por su centro histórico sin rumbo fijo. Entre tanta pared blanca y puertas rústicas, se alzan iglesias que merecen un cierto reconocimiento.





Para contemplar la ciudad des de lo alto basta con subirse al Morro del Tulcán, una pirámide truncada precolombina y donde se erige un monumento en honor al fundador de la ciudad Sebastián de Belalcázar.
A los pies del Morro del Tulcán hay una reproducción a una escala un tanto reducida del centro histórico, con los edificios más emblemáticos llamado el Rincón Payanés.
Por pasear por otro de los puntos más emblemáticos, nos acercamos al puente del Humilladero y para saber un poco más sobre el paso del tiempo en esta ciudad conocimos algunos de sus museos y aprovechar la oportunidad de entrar en alguna de sus antiguas casas.





De aquí ponemos rumbo a Ipiales, un pueblo fronterizo con Ecuador. Hasta allí nos queda una de las carreteras con mejores vistas del país. ¿Conseguiremos entrar a Ecuador haciendo autostop? ¡Nos vamos hacia allí!