Andábamos necesitados de sol y playa. Después de nuestro largo viaje por América del Sur que ya no recordábamos unas playas de aguas transparentes, así que veníamos con ganas de remojarnos un poco en busca de tranquilidad.
Entre São Paulo y Río de Janeiro nos hablaron de unos buenos sitios que podíamos visitar, toda la costa que une ambas ciudades está repleta de buenas playas. Nosotros decidimos establecernos en algunos puntos e ir visitando los lugares naturales que estos ofrecen.
Escogimos Paraty, un pueblo costero precioso y con mucha historia, ya que durante la época colonial portuguesa fue el puerto exportador de oro más importante de Brasil. Como pasa en todos los países de nuestro mundo, también la cultura brasileña de hoy en día dice mucho de aquellos días y es necesario entender la historia de un país para entender la situación actual y la variedad de culturas y personas que habitan en él. No nos cabe duda, que el mundo se comprende mejor cuando uno viaja.
Estuvimos en un camping barato en la Playa Jabaquara para pasar nuestros días en Paraty, algo alejados del centro histórico pero a un paseo de éste. La Playa Jabaquara no destaca por sus aguas transparentes, pero si, por su espectacular paisaje. Durante los días que estuvimos, mientras paseábamos, disfrutamos del espectáculo que ofrece un volcán humeante en la lejanía.
Estos quilómetros de costa se caracterizan por tener playa y selva a la vez, podemos estar disfrutando de una mañana de playa y de una cachoeira en la selva en la tarde. No resulta difícil hacer dedo para ir a las cachoeiras. Nosotros visitamos tres cascadas donde podíamos nadar en agua dulce dentro de una selva bien frondosa. Para conocer las playas de Trindade optamos por tomar un ómnibus y aprovechar bien el día, visitando todos y cada uno de los rincones. El lugar es paradisíaco.
Hay muchos más rincones que nosotros no conocimos, pero sí que nos recomendaron. La zona es bastante completa, pero se necesitaría mucho tiempo para conocerla entera, y es que todo no se puede. Paraty nos había complacido, muy agradecidos nos despedimos de esta bonita localidad y proseguimos la marcha.
Pusimos rumbo a Angra dos Reis, con la firme intención de celebrar el cumpleaños de unos de nosotros, Alberto, en Ihla Grande, un paraíso de isla, o eso nos contaron pero nuestros planes cambiaron con la fuerte entrada del otoño que nos dejó lluvias por varios días. Desistimos, no estábamos convencidos en pagar para llegar hasta la isla y pasar los días encerrados bajo la lluvia. Puede ser muy bonita, pero una playa con mal tiempo no luce de la misma forma ni se disfruta igual.
Nuestros planes cambiaron radicalmente, porque gracias a Arundo pudimos conocer por varios días el barrio en el cual vivía y trabajaba. Os aseguramos que si no fuera por Arundo, miembro de la comunidad couchsurfing, viajero, educador y permacultor en la zona, no nos hubieran visto aparecer por allí. Evidentemente no era un sitio para dos turistas perdidos. Pero nosotros no estábamos perdidos y el barrio entero sabe que los viajeros que aparecen por allí están con Arundo. Entrabamos a otra cara de las tantas que tiene Brasil, a esa de casas y personas muy humildes y amables, donde los chavales campan a sus anchas como si de su territorio se tratara, y así es, pero con problemas en la vecindad en el tema drogas. Por eso Arundo tiene una ONG donde promueve actividades de conciencia y apoyo. Pudimos comprender mejor su figura en el barrio, la nuestra que indirectamente ayudamos a normalizarlo y que sus habitantes crean más en sí mismos.
Arundo es una caja de sorpresas y nos propuso asistir a una festividad religiosa en la ciudad de Angra dos Reis, en la Praia do Bonfim, un poco alejada del casco urbano. Fuimos con su compañera de trabajo y estuvimos todo el día, desde por la mañana bien temprano, disfrutando de un gran café da manhã completamente gratuito organizado por los vecinos que llevan todo el año esperando la fiesta, hasta el momento que terminó toda la ceremonia oficial.
Años atrás la festividad ha lucido mucho más, nos contó, pero debido a la situación actual del país se ha visto afectada. Sí, en todos los sitios cuecen habas. pero eso no quita que la gente disfrute de la reunión y salga a pasarlo bien. Actividades deportivas, ferias, chiringuitos se ponen en marcha des de primera hora de la mañana para que todo aquel que se acerque pueda disfrutar y sentir el barrio en sus mejores días.
Lo más bonito es donde se celebraba, una pequeña isla a pocos metros de la playa con una iglesia en su interior. Para llegar nos montamos en un barco gratuito que nos llevó hasta allí, ese día hizo un día estupendo donde conocimos de primera mano la fe cristiana del pueblo brasileño, creemos que con diferencia es el pueblo más cristiano, en todas sus variantes como religión, que hemos visto en nuestra vida.
Hay veces en las que el viaje te conduce a experiencias que no habías planeado y que resultan ser tan interesantes o más de lo que esperabas. Estar abierto a estas situaciones es asegurar un aprendizaje, acumular experiencias que no se olvidan y recordar los lugares por la gente conocida, que al final, en nuestra opinión, es lo que embellece un lugar.
