Cuando leímos sobre Kerala, un estado que tuvo el primer gobierno comunista de la India y de los más desarrollados del país, una cosa que nos llamó la atención fue que se destacase la frecuencia de sus huelgas o paros.
Primera parada, Kochi. Una ciudad cercana a Ernakulam, donde está la estación de trenes a la que puedes llegar para tomar el bus que te acerque hasta la antigua parte colonial Fort Kochi. Es el barrio donde se concentra el mayor atractivo. Por las calles circulan menos coches, tuk-tuks y motos. Los lugares de interés y servicios están lo suficiente cerca como para moverse a pie, lo que hace que sea un sitio muy cómodo para quedarse unos días a descansar. Darse un paseo a la vera del mar es una manera agradable de pasar las tardes, cuando visitantes y lugareños se acercan hasta aquí. Mientras se pasea, si se presta atención, se descubren las redes de pesca chinas. Aunque en este punto parecen algo más turístico que de uso cotidiano, son un método más de pesca.
La ciudad nos ha servido para tomar aliento y proseguir el viaje hacia otros puntos del estado. Aunque salir no fue sencillo. Un par de horas tardamos en averiguar que la razón por la que nuestro autobús hacia Allepey no pasaba era que ese día había huelga. Cansados de esperar y sin muchas ganas de ir a la estación de trenes, recurrimos al autostop para salir del atolladero.
Allepey tiene en sus alrededores un paisaje único. La proximidad de los backwaters o canales de agua hace de esta localidad un lugar turístico. Estos canales se reparten por una parte de la región. Sirven para desplazarse y abastecer de agua los campos de arroz que hay en los alrededores. Hay muchas opciones para recorrerlos y escogimos la más económica: el ferry local. Tres horas dura el trayecto hacía Kollam, más otras tres de vuelta.
Veníamos buscando la bonita estampa. El contraste que ofrece los canales, los campos de arroz y las aldeas en los estrechos pasillos de tierra. El azul del cielo, reflejado en los canales, junto con el verde de las palmeras y las aves sobrevolando nos pareció fantástico.
Como más de una vez nos ha pasado en India: una de cal y otra de arena. Al día siguiente salimos a la calle y observamos que éstas estaban desérticas, literalmente. Todo cerrado. Pocas almas por las calles. Casi una ciudad fantasma, en India. Imposible. Nos pareció tan raro que anduvimos en busca de respuestas. Pensábamos que sería festivo. Pero no, resultó ser otra huelga.
Nada, no será para tanto pensábamos al principio. No llevamos ni una semana en Kerala y ya hemos vivido 2 diferentes. Salimos en busca de algo que echarnos al estómago sin mucha esperanza pero con algo de fe. Teníamos más que asimilado que ese día tocaría dieta. Pero por suerte, descubrimos que durante los días de huelga hay quien piensa en los que necesitan de ciertos servicios. Un señor con una sombrilla en la acera con ofrendas para los dioses, nos pregunta si andamos buscando comida. ¡Yes, Sr! Total, que el hombre detrás de la sombrilla tenia preparado unos cuantos meals. Si bien, de acuerdo. ¿Cuanto le debemos? Hoy es día de huelga, yo no cobro. Es gratis.
Pasado el día de huelga, nos movilizamos hacía Varkala. Esta población ofrece al visitante todo cuanto uno espera de unas paradisiacas vacaciones en la playa. Varkala tiene como tres núcleos. Uno es una calle principal que va hacía la playa, con un templo, guesthouses y restaurantes a ambos lados. Más enfocado al turismo indio para hacer su puja a los dioses. Otro cerca de la estación de tren, alejado de la oferta turística pero con servicios económicos. Y el acantilado, enfocado al turismo extranjero.
Paseamos por la playa, observamos los diferentes rituales y cruzamos el acantilado en busca de otras playas más tranquilas. Así pasamos los días, de tranquis, haciendo el hippie como en Goa. ¡Solo nos faltó una huelga para rematar!
2 comentarios
Qué bonito y cómo se vive desde la distancia. El texto y las fotos te trasladan a una realidad increíble. No dejad de compartir porque estas crónicas nos enriquecen a los que tenemos acceso a ellas.
Hola Encarna,
Muchas gracias por tus palabras. Ser conscientes que existen tantas formas de vida y tantas maneras de hacer diferentes nos ayuda a entender en que parte del mundo vivimos. Verlas con nuestros propios ojos es un privilegio. Si además, contar nuestra experiencia y punto de vista de éstas, enriquece a los que nos siguen, doble privilegio.
Un abrazo, no dejes de comentar 😉
Alberto y Sonia