Carretera del Pamir

La Carretera del Pamir, oficialmente M-41, es la segunda carretera más alta del mundo que atraviesa las montañas del Pamir. Históricamente hablando, fue uno de la tantos tramos comerciales de la Ruta de la Seda pero parte de la carretera propiamente dicha fue construida por el Imperio Ruso y otra parte por la Unión Soviética. El recorrido más famoso es el tramo que une la ciudad de Osh (Kirguistán) con Dushanbé (Tayikistán) de 1337km, siendo el Paso Ak-Baital – con 4655m – el punto más alto.

Moverse por la Pamir lleva implícito la palabra aventura. Te muevas en autostop, transporte público o propio, o tour privado, vale la pena experimentar lo que la dichosa carretera tenga pensado para ti. Es exigente porque discurre por paisajes imposibles, alcanza alturas de vértigo y el estado en el que se encuentra es justito, pero a su vez es agradecida con paisajes únicos y pueblos insólitos.

Es de esas experiencias que pone a uno en su sitio. La sencillez de la vida donde lo que importa es el kilómetro siguiente y la sensación de ser un punto tan chiquitito en el mapa, que lo que importas es proporcional al espacio que ocupas dentro de un planeta que a su vez importa lo mismo dentro de su entorno, pero es tanta la felicidad que nos invade por haber completado uno de los recorridos que soñábamos mientras preparábamos el viaje, que nos venimos arriba y nos sentimos únicos, exploradores de lo desconocido y embajadores de la aventura. Por supuesto, no somos los primeros, ni los últimos que hacemos este recorrido. Por muchos más viajeros cruzando el Pamir. Ahí va el relato.

Osh – Murgab

Distancia: 413 Km Tiempo: Tardamos más de 13 horas

Suena el despertador a las cuatro de la mañana. Las mochilas ya están preparadas, y sin hacer ruido y no despertar a los compañeros, salimos de la habitación del hostel. Aún así, en el comedor del hostel, encontramos a un murciélago con el ordenador que aún ni había dormido. A esa horas, las calles de Osh están desérticas y oscuras, excepto alrededor de la mezquita principal. Los fieles se han despertado para acudir al primer rezo del día. Estamos de Ramadan. La práctica de ayuno por el día es común entre los creyentes musulmanes, y les ayuda a depurar los órganos del cuerpo después de todo uno año haciéndolos funcionar. Es un parón biológico. Un parón que por tradición muchos siguen.

Camino hacia la estación de taxis de Osh. No sabemos si llamarla estación porque es un parking debajo de un puente, hemos quedado con el conductor para salir hacia Murgab. Hace dos días atrás fuimos a tantear la situación. Quedaban dos asientos libres y nos los cobraba a precio local. Las opciones eran el jeep o probar suerte con el autostop. Nos decidimos por el jeep en vez de liarnos la manta a la cabeza. No nos veíamos en Sary Tash esperando varios días un coche con dos huecos vacíos y estar más días de lo previsto gastando soms inútilmente en un hostal, que tampoco son precisamente baratos. Teníamos los soms justos para salir del país y preferimos invertirlos en un auto que nos llevara a Murgab, en Tayikistán.

El único alma que nos encontramos en la estación es uno de los hombres con los que compartiremos trayecto. No sabemos desde que hora llevaba esperando, pero parece aburrido y nos hace una entrevista. A los pocos minutos, van llegando el resto de pasajeros y el jeep. Un rato para cargar la baca con las maletas, trastos inútiles que se empeñan en mover de un sitio para otro y algún regalo para los pequeños de sus casas. Integrantes del jeep siete. Seis pasajeros más el conductor.

La primera etapa del recorrido ya la conocemos, la hicimos en sentido contrario, cuando entramos de China a Kirguistán. Tenemos ganas de llegar al tramo del puerto porque en su momento no lo pudimos disfrutar del todo ya que lo cruzamos nevando. Todos nos relajamos y disfrutamos del camino, pero no tarda en llegar el primer contratiempo. Parece que hemos pinchado. Un mal bache es lo que tiene. Unos kilómetros más allá parada técnica en una vulcanizadora, para reparar el pinchazo, y seguimos camino.

Pasamos Sary Tash, nos adentramos en la cordillera del Pamir y dejamos atrás el asfalto. Llega el ripio y el polvo, y desaparecen los pueblos y la vegetación. No hemos avanzado 20 Km que se vuelve a pinchar otra rueda. No es la misma que antes, es otra. La anterior aguantaría ya todo el viaje. Ésta nos lleva un rato cambiarla, el gato no da para levantar el coche y hay que ingeniárselas para encontrar piedras con las que levantar más el jeep del suelo. Intuimos que no es la primera vez en la que se encuentra el conductor con esta situación. La sensación de normalidad es total. Después de una hora ya volvemos a estar en movimiento, y al rato cruzamos la frontera.

En Tayikistán avanzamos los primeros kilómetros y el resto de pasajeros, que ya están muy acostumbrados al paisaje, van fritos. El Ramadán les deja KO, pero el conductor aguanta como un jabato. Al rato, cuando empezábamos a dormitar, volvemos a pinchar. Van tres, y no serán las únicas. Aún no hemos llegado a la primera población de Tayikistán, Karakül, y no nos quedan ruedas de repuesto. El conductor saca una cámara de aire de la chistera. Ingenioso pero cómico a la vez. Hay que inflar la cámara con una bomba de bicicleta. Hacemos turnos. Hora y media nos cuesta reparar esta rueda, pero al menos podemos seguir camino.

Ahora sí, alcanzamos Karakül, la primera población que nos encontramos del lado tayiko. El lago es enorme y la población tiene un aspecto desolador. Sin duda, no esperamos encontrar más que este tipo de poblaciones y algún que otro pastor con su rebaño de ovejas con un telón de fondo de altura, las montañas del Pamir.

Entre Karakül y Murgab hay otro tramo. ¿Para qué lo vamos a hacer tranquilamente pudiendo pinchar dos veces más? En esta primera ocasión aparece un Lada negro destartalado con lo que podríamos llamar tres mecánicos itinerantes y con una chatarrería en su maletero, nos dan un objeto con lo que poder sacar la llanta y reparar, de nuevo, el neumático, de inflar con la bomba de bicicleta no nos salvamos ni uno. En el segundo pinchazo, el que sería ya el último, un camión con matricula rusa lleva una pistola de aire y nos echa una mano en la reparación e inflado de la rueda. Eso que nos ahorramos de volver a inflar con la bomba de bicicleta.

El conductor no iba a permitirse el lujo de volver a pinchar. Puso la directa y sin bajar de 80 Km/h llegamos a Murgab. En total, más de 13 horas. Nos despedimos de nuestros amigos, porque después de un trayecto así los integrantes del vehículo pasan de ser totalmente desconocidos a ser amiguísimos para toda la vida. Pensad que bombeamos juntos, eso crea lazos de unión.

La recompensa llegaría en forma de cama y ducha caliente. Tan agradable fue la familia con la que nos quedamos y tan cansados estábamos que alargamos una noche más. Nos gustó Murgab, por su lejanía, paisaje y casas, pero no tanto el mercado de containers. Disfrutamos del pueblo un par de días y al día siguiente pulgar arriba hacia Alichur.

Murgab – Alichur

Distancia: 105 Km Tiempo: Tardamos unas 6 horas

Estamos en Tayikistán, pero la mayoría de la población en estas latitudes es kirguisa. Salimos del pueblo y esperamos que alguno de los vehículos que se dirigen a Alichur nos quiera llevar. Esperamos un buen rato hasta que aparece un camión que viene desde China haciendo el recorrido hacia Dushanbé. Con que nos dejara en Alichur ya nos bastaba.

Este tramo de la Pamir es un poco más amable. No hay tantas subidas y bajadas, aunque del ripio no nos salva nadie. Agradecemos la posición privilegiada que nos da la cabina del camión en el que vamos subidos, la tranquilidad de una velocidad de crucero a 20 Km/h y la certeza que no es la primera vez que este conductor pasa por aquí.

No es demasiado tarde cuando llegamos a Alichur y decidimos seguir haciendo dedo por sí algún vehículo de turistas, más ligero y rápido, nos levanta y nos acerca a Langar, no a Khorog. Mientras esperamos observamos el pueblo. Alichur es más desolado que Murgab. Se rodea de montañas, está lleno de polvo y los habitantes pasan la vida cuidando de sus rebaños. Hay dos pequeñas tiendas donde abastecerse. Aquí las verduras son escasas, el resto son productos envasados. Muchas casas tienen pintado homestay en sus paredes. Un hombre se acerca a averiguar qué hacemos por allí, pero tampoco parece muy sorprendido de nuestra presencia. Es normal. Por aquí no somos los primeros ni los últimos extranjeros que pasamos. En los últimos días nos hemos cruzado con alguno, sobretodo en moto o coche y en tours privados pero no los hemos visto en las calles de los pueblos. Siempre en la carretera haciendo kilómetros o en algún hospedaje.

Después de la espera, asumimos que nadie va a Langar. Mañana ya veremos qué hacemos. Pasamos la noche en una casa pintada de azul que la lleva una mujer que tiene la piel curtida y las manos muy trabajadas. Nos acomoda en una habitación que nos reconforta solo con verla y no tarda en echarle leña y carbón a la estufa para calentar la habitación antes que caiga el sol. Poco después que se esconda el sol, por detrás de las montañas, cae la noche. La familia sigue viendo un rato más la televisión, gracias a una batería de coche instalada en el comedor que le da electricidad cuando está cargada. El lujo de las pequeñas cosas.

Alichur – Khorog

Distancia: 211 Km Tiempo: Tardamos unas 13 horas

Amanece en Alichur. Desayunamos y nos despedimos de la mujer. Nos indica que si no conseguimos salir en autostop que volvamos a su casa. Plantados en la carretera nos armamos de paciencia, estábamos mentalizados que no iba a ser fácil llegar a Langar pero también teníamos claro que cualquier oportunidad de salir de allí había que aprovecharla. Nos conformábamos con que alguien nos levantase de esa carretera olvidada. Un convoy de tres camiones cementeros que vienen de China siguen su camino por Alichur. ¡Primera oportunidad! Uno de estos camiones se para, el copiloto resulta ser un oficial de frontera y nos dice que si queremos nos llevan a Khorog. Nos vamos, desistimos de Langar.

Este tramo, hasta llegar al valle, se las trae. La carreta se complica y el puerto que tenemos que pasar es muy pronunciado. La caída hasta el final de la ladera no es poca y ahora la posición de la cabina no es tan privilegiada, vemos mejor la profundidad y la sensación de vértigo incrementa. A los pocos kilómetros vemos un tráiler que se ha salido de la carretera y ha volcado, hacia el lado de la montaña. Tres tipos sentados al lado del camión esperando a saber quién. Poca broma. Estamos muy lejos de todo y que pase esto es muy jodido. Todos nos tranquilizamos y seguimos con la ruta hacía el valle, recogemos algunos aldeanos por el camino y los dejamos en las próximas poblaciones. En algún momento llegamos a ser hasta 7 tripulantes en la cabina. Después de recorrer unos 200 Km en unas 13 horas, con paradas incluidas, llegamos a Khorog. No nos lo creemos, solo pensamos en dormir. Ha sido un día de mucha tensión, se ha hecho larguísimo y muy intenso.

Khorog – Dushanbé

Distancia: 585 Km Tiempo: Tardamos unas 12 horas

Khorog es la ciudad principal de la región. Nuestros días en la ciudad son puro descanso antes y después de hacer la incursión al valle del Wakhan.

Nos ponemos rumbo a Dushanbé, la capital del país. No es corto. Son muchos kilómetros que discurren por más montañas bordeando el curso del río, por una carretera llena de baches en su primer tramo hasta Qalai Qhumb y, seamos sinceros, lo peor es que algunos coches no conducen responsablemente. En autostop, significa varios días hasta alcanzar la capital y los autos no suelen hacer este recorrido tan largo en el mismo día, solo los profesionales de las largas distancias, y en busca de uno nos presentamos en la “nueva terminal de jeeps”. Tiramos la suerte a uno y funciona: salimos temprano, nos toca un buen conductor y a un precio estupendo. En esta ocasión no hay pinchazos pero si mucha lluvia y no se hace tan pesado. El paisaje es igual de bonito y a un paso de Afganistán, nos separa un río. El cansancio al final del viaje es evidente, pero al final nos sentimos mucho más relajados y felices porque hemos completado el recorrido de la Pamir, que ya le teníamos ganas desde que salimos de casa.

En Dushanbé nos espera Almaz con un apartamento estupendo. Uno con una habitación solo para nosotros y una ducha de 10. Durante el par de días que estamos con él no nos preocupamos por nada más que descansar y visitar algo de la ciudad, pero sin abusar. Es la mejor guinda que se le puede poner al pastel.

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VísteteQueNosVamos
GeorgeTown.Bicycle Street Art

Alberto Campaña y Sonia Díaz son los autores de VísteteQueNosVamos, una web que nació en el año 2014 a raíz de un viaje vuelta al mundo. Apasionados de los viajes y de la montaña desde siempre, en un par de ocasiones decidieron dejarlo todo y salieron a conocer el mundo sin billete de vuelta. Una vuelta al mundo los llevó por Nepal, Sudeste Asiático, China, Japón, EE.UU y Sudamérica, recorriendo miles de kilómetros en transporte público, a pie y en autostop. A finales del año 2019 finalizaron su ruta por el Indostán, Asia Oriental y Central, y regresaron a España para comprarse una furgoneta 4x4. La decisión es clara, no quieren parar de viajar.

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