¡Quién nos iba a decir que iríamos a pisar tierras niponas! ¿De verdad que estamos en el país del Sol Naciente? ¡Qué sí, qué sí, que el avión ha aterrizado en Japón!

Para nosotros se presentaba como un reto. Estábamos más contentos que unas castañuelas pero con la duda que todo viajero de bajo presupuesto se plantea. ¿Cómo nos las apañaremos para ajustar el presupuesto en uno de los países más caros del mundo?

Transporte, alojamiento y alimentación serían nuestras principales preocupaciones. Por la primera ya lo teníamos resuelto hace meses, cuando el autostop se reveló ante nosotros y pasó a formar de parte de nuestro viaje. ¿Pero cómo resolver el tema del alojamiento? Couchsurfing, nuestra gran amiga que aparte de abaratar costes nos proporcionaría una experiencia única con la que nos permitió acercarnos mucho más a la cultura y conocer de primera mano parte de la sociedad. Pero no fue fácil, muchas horas dedicadas puso nuestra incertidumbre a flor de piel por momentos. Contactar con Shiro a través de un amigo fue otro gran acierto, ella sería la primera que nos recibiría con una agradable y gran sorpresa para nosotros.

¡Ah, se nos olvidaba! ¿Y la comida? En los supermercados podíamos abastecernos de alimentos y con un poco de imaginación no sería un gran problema para nosotros, aunque al final resultó ser mucho más sencillo de lo que pensábamos, en las últimas horas de la tarde muchos alimentos están por la mitad de precio. ¡Temas resueltos!

¡Japón nos espera!

No esperamos ni un segundo. Solo salir del aeropuerto de Nareda, en Tokyo, ya nos echamos a la carretera para parar algún coche que nos llevará dirección Sur. Nuestra intención era llegar a Kyoto ese mismo día, pero no lo teníamos fácil, son muchos kilómetros y contemplábamos la opción de hacer noche por el camino.

El primero, un chico Japonés que ya había estado viajando por su país de esta forma y que venía de Yakarta (Indonesia), se apiadó de nosotros y nos llevó hasta la parada de servicio de Machida. Tras un corto pero intenso trayecto nos hizo un gran favor, nos sacó del aeropuerto y elaboró un cartel para que continuáramos nuestro camino con más opciones. Realmente necesitábamos uno. El cartel tenía todo lo necesario para que nuestro objetivo fuera todo un éxito. Y no contento con todo lo que nos había ayudado, nos regaló un par de camisetas muy chulas.

Preparándonos el cartel
Preparándonos el cartel
El primer conductor del día
El primer conductor del día

El siguiente que nos recogió fue un chico muy joven. Indeciso, lo vimos tanteándonos dando vueltas por el área de servicio durante un rato hasta que se decidió. Durante el trayecto y hablando con el chico comprendimos sus miedos. Iba solo, era muy joven y recién se había sacado su carnet de conducir. Aun así su generosidad y valentía hizo que sus miedos no contaran al tomar la decisión.

El chico que se lo pensó una, dos y tres veces...
El chico que se lo pensó una, dos y tres veces…

La cosa no para y avanzábamos rápido, parecía que el cartel funcionaba y teníamos el viento a favor. No esperamos más de 10 minutos hasta que el próximo coche se detuvo y nos indicó que nos montáramos. No tenían ni idea de inglés, pero supimos entendernos bien. Era una pareja de avanzada edad, nos explicaron algunos de sus viajes y nos preguntaron acerca del nuestro. Cuando paramos, insistieron en obsequiar a Sonia con un abanico japonés de la Hello Kitty.

Por la carretera camino a Kyoto
Por la carretera camino a Kyoto
Y ahora... ¿Donde metemos el abanico?
Y ahora… ¿Donde metemos el abanico?

¿Que los BMW no recogen a autostopistas? Rompimos el mito. Uno blanco y flamante se postró ante nosotros y con una señal nos indicó que nos llevaba. Que lujo. Típico trabajador japonés, de negocios. Sabía hablar inglés, y pudimos averiguar que había estado trabajando durante mucho tiempo por Europa y conocía nuestra manera de viajar, parecía muy abierto y risueño, pero cuando tenía que tomar una decisión meditaba muchísimo. Avanzamos con él otros pocos kilómetros de forma muy tranquila. Llegados a su destino, nos paró en un área de servicio y nos dio algunas indicaciones para que siguiéramos nuestro viaje y se marchó no sin antes hacerse una foto con nosotros.

Tercer conductor
Tercer conductor

Esperamos un poco más de lo que estábamos habituados, pero no demasiado, hasta que una furgoneta se animó. Nos levantó de la carretera y nos llevó hasta el próximo punto, donde cambiaríamos de vehículo. Al llegar, vimos competencia. O mejor dicho un aliado. Otro chico alemán esperaba a que alguien lo cogiera y decidimos presentarnos, al fin y al cabo estábamos haciendo lo mismo. Mientras hablábamos y él nos explicaba que llevaba esperando más de una hora y media, le contábamos que nunca habíamos esperado tanto… al estar hablando no estábamos atentos a los coches que pasaban y sin darnos cuenta se paró un coche y nos indicó que nos llevaba a los tres hasta nuestro destino final, directos, sin más paradas!

Nuestro primer día en Japón fue toda una experiencia, un cúmulo de sensaciones y una alegría inmensa por conseguir nuestro propósito.

De mientras ese día en Kyoto nos esperaba Shiro. Una chica japonesa que nos dejó una habitación en pleno centro de la ciudad para nosotros solos. Cuando llegamos e hicimos las presentaciones, ella nos indicó que la siguiéramos hasta el edificio donde estaba la habitación. Cuando la vimos, supimos que no había un sitio más auténtico en nuestra imaginación dónde podíamos dormir durante las noches que íbamos a pasar en una de las ciudades más bonitas de todo Japón. Una habitación pequeñísima, estilo japonés y más que suficiente para nosotros. Su cocinita y su zona de estar hacían de esa minúscula habitación el espacio más confortable dónde dormir. Nos enseñó el barrio e indicó donde teníamos todo lo necesario para vivir esos días y se despidió, eso sí quedamos con ella en su día libre para que nos enseñara sus sitios preferidos.

Cargados de regalos
Cargados de regalos

Así que teníamos por delante 6 maravillosos días para conocer la ciudad y sus alrededores, en una habitación típica nipona de las que ya no quedan muchas, con todos los regalos que nos habían hecho durante todo el día y toda la información que necesitábamos para llevar a cabo nuestro viaje por Japón. La primera noche fueron todo emociones y sentimientos a flor de piel, ¡llorábamos de la emoción! ¡No podíamos empezar mejor!

Kyoto

Durante los siguientes días, visitamos los principales templos y puntos de interés de la ciudad. La estación es un buen punto para empezar. Des de aquí se puede andar a los templos, como el Castillo de Nijo o el Palacio Imperial, calles principales, como Teramachi dori o Shinkyogoku, y lugares más populares, como Gion. También de aquí parten los autobuses para llegar a los lugares más alejados de la ciudad.

Kyoto Station
Kyoto Station
Muralla del palacio imperial
Muralla del palacio imperial
Calle de Kyoto
Calle de Kyoto
Teramachi Dori
Teramachi Dori
Vida local
Vida local
Pontocho Dori
Pontocho Dori

Fushimi Inari es el santuario de más de mil toriis. Los caminos que conducen a los diferentes santuarios discurren por la colina y los toriis están por todas partes. Se ha convertido en uno de los símbolos de Japón y al cual llegan millones de visitantes. Tomar una foto donde no aparezca nadie es todo un reto, pero con paciencia y pericia todo es posible.

Entrada al templo Fushimi Inari -Taisha
Entrada al templo Fushimi Inari -Taisha
Jóvenes estudiantes
Jóvenes estudiantes
Miles de toriis
Miles de toriis
Los niños se van de excursión
Los niños se van de excursión
Ritual antes de entrar a un santuario sintoísta
Ritual antes de entrar a un santuario sintoísta

Otro de los lugares más populares es Arashiyama. Una región boscosa y natural dónde muchos locales pasan parte de su tiempo libre. El lugar tiene varias zonas para pasear, y entre ellas está uno de los bosques más famosos, el de bambú. Éste bosque se ha convertido en uno de los más fotografiados, y es que sus altas cañas de bambú hacen del lugar un lugar fresco y agradable para pasear.

Arashiyama
Arashiyama

Tuvimos la gran suerte de coincidir con una boda sintoísta cuando visitamos un templo al que entramos aleatoriamente y también de poder ver alguna geisha asomar por las calles del barrio de Gion.

Templo budista Toji
Templo budista Toji
Jardín zen
Jardín zen
Barrio Gion
Barrio Gion
Casas apareadas
Casas apareadas
Paseando al lado del río
Paseando al lado del río

El último día Shiro nos llevó a sus sitios favoritos y nos invitó a probar el té verde. Pasamos un gran día junto a ella y nos explicó todo acerca del templo Kiyomizu-dera. Uno de los rituales que aquí se hacen es entrar en la panza de Buda. Un lugar totalmente oscuro, donde siguiendo un cordel se llega a una piedra que al rodearla hay que pedir un deseo.

Junto a Shiro
Junto a Shiro
Templo Kiyomizu - Dera
Templo Kiyomizu – Dera
Templo Kiyomizu - Dera
Templo Kiyomizu – Dera

Al día siguiente Shiro nos acompañó hasta el mejor punto para hacer autostop, y siguiendo la práctica habitual que veníamos viviendo, nos trajo el desayuno y es que su hospitalidad superó con creces cualquier expectativa. Nuestra primera parada en Japón había salido a pedir de boca, mejor imposible, y nos sorprendió muchísimo la hospitalidad, amabilidad y buen hacer de los nipones. Cuidan hasta el último detalle y sienten curiosidad por lo diferente. Marchamos de Kyoto con el corazón divido, hubiésemos estado muchos más días pero por otra parte teníamos muchas ganas de seguir descubriendo más de este país.

Kyoto
Kyoto