Bagan, los más de 2000 templos repartidos por una extensa área era para nosotros el colofón perfecto para un país con tan buenas sensaciones. No esperábamos maravillas, solo sentir en persona el paisaje que habíamos visto tantas y tantas veces en documentales.

Bagan es una ciudad antigua rodeada de templos, pero el pueblo donde se aloja la mayoría de gente que la visita es Nyaung Oo , a unos pocos kilómetros de distancia. Así que el minibús nos dejó en este pueblo, donde pasaríamos los siguientes días.

Alquilamos unas bicis para acercarnos a los templos. Mapa en mano, y con alguna que otra idea en la cabeza empezamos la visita, poco hay que contar de lo que ver, pues todo son templos construidos durante los diferentes reinados, y estos se extienden por toda la planicie.

Templos de Bagan
Templos de Bagan
En uno de los tantos templos a los que se puede subir
En uno de los tantos templos a los que se puede subir

Algunos de los templos conservan pinturas originales de esa época, aunque muchos están en mal estado y otros están siendo reconstruidos de aquella manera.

Pinturas sin restaurar
Pinturas sin restaurar

Nos acercamos a los más importantes. En algunos nos subimos a sus puntos más altos para admirar las vistas y en otros entramos para ver las pinturas, budas y demás detalles que en éstos se conservan.

Interior de los templos
Interior de los templos

Pero lo realmente bello del lugar no son los detalles sino la gran estampa que se dibuja desde cualquier punto elevado, muchos más como nosotros esperaban ver caer el sol por el horizonte y tomar esa bonita foto. ¡Suerte que llegamos con tiempo y conseguimos buen sitio! Bien sabíamos que el atardecer es muy bonito, pero lo mejor aún estaba por llegar.

Un bonito telón de fondo
Un bonito telón de fondo

Sí, queríamos ver amanecer.

Aún era de noche y el cielo estaba completamente lleno de estrellas,  cuando montados en las bicis y con el frontal en la cabeza nos dirigimos hacía los templos. Llegamos que empezaba a asomar la claridad y con suficiente tiempo para acabar de abrir los ojos y despejarnos, y así admirar un nuevo día en los templos de Bagan.

Entre la neblina, empezó a asomar el sol y fue tiñendo poco a poco con un color cálido los templos, los árboles que los rodean y los globos que se elevan en la lejanía… nos quedamos mudos durante un rato admirando cada momento, había que retenerlos en nuestras retinas.

El Sol asomando por el horizonte
El Sol asomando por el horizonte
Madrugar mereció la pena por ver este amanecer
Madrugar mereció la pena por ver este amanecer

Aún embobados nos fuimos al guesthouse a desayunar y descansar un poco antes de volver a las andadas. El resto del día lo pasamos tranquilamente paseando por la ciudad, sin prisas por ver nada en especial y perdiéndonos por los recovecos menos transitados.

Myanmar vs Malasya, expectación en el que fue nuestro restaurante durante estos días
Myanmar vs Malasya, expectación en el que fue nuestro restaurante durante estos días

La tarde la pasamos subidos a otro templo hasta que cayó el sol, otro atardecer pero ésta vez sin tanta gente a nuestro alrededor y con una visión más extensa de la zona.

Así pondríamos punto final a nuestra etapa por Myanmar, ya solo nos quedaba volver  de nuevo a Yangón y tomar el avión que nos llevaría de nuevo a Tailandia.

Atardecer en Bagan
Atardecer en Bagan