Con Colombia empieza la segunda larga etapa de nuestro viaje. La mala reputación que hacen los medios de comunicación del país no corresponde con las opiniones de todo viajero que lo ha visitado, así que vinimos a comprobarlo por nosotros mismos. Empezamos en la capital, Bogotá.

Ésta gran ciudad se expande a los pies de las montañas lo que hace que tenga un clima templado durante todo el año. Aquí teníamos previsto pasar varios días, gracias a Javier, quien nos abrió las puertas de su casa.

Durante el primer día nos dedicamos a deambular por sus calles. Visitamos el Parque Simón Bolívar, un pulmón en medio de la gran urbe, donde uno puede relajarse y pasear alrededor de un gran lago.

Parque Simón Bolívar desde el lago
Parque Simón Bolívar desde el lago
Niños de excursión en el parque Simón Bolívar
Niños de excursión en el parque Simón Bolívar

La Candelaria es el centro histórico y cultural. Sus calles aún desprenden aroma a colonialismo y guarda una pequeña historia en cada una de sus calles. La iglesia de la Candelaria, que da nombre a la zona, destaca por su color amarillo vivo en medio de calles estrechas empedradas.

Plaza Bolívar de Bogotá
Plaza Bolívar de Bogotá
La vida de la plaza Bolívar
La vida de la plaza Bolívar
Coloridas calles de la Candelaria
Coloridas calles de la Candelaria

La avenida más popular y donde se concentra gran parte del alboroto es la Séptima, cerca se encuentra la universidad dónde estudia Javier, que nos invitó a pasar para ver las instalaciones y es que la mayoría de éstas se concentran en la zona centro, en edificios antiguos y con mucha personalidad. Des de la azotea, se tiene una vista de pájaro de Carrera Séptima y se puede apreciar el movimiento y ajetreo que recibe cualquiera de los días del año.

Más tarde lo vivimos de primera mano, paseamos la avenida durante un largo recorrido viendo lo que allí se cocía. Curanderos y predicadores montan sus consultas en plena calle mientras que otros retan la habilidad de los transeúntes para colar una pelota en una portería. Se pueden encontrar gran variedad de alimentos durante el recorrido, pero el más solicitado son los jugos de frutas. Probamos el canelazo, una bebida a base de jugo de panela y aguardiente, muy bueno.

Vista de pájaro al centro de Bogotá
Vista de pájaro al centro de Bogotá
Bogotá defendida por altas montañas
Bogotá defendida por altas montañas
Acompañados de nuestro anfitrión en Bogotá, Javier
Acompañados de nuestro anfitrión en Bogotá, Javier
Museo Botero
Museo Botero
Chorro de Quevedo
Chorro de Quevedo
Universitarios alrededor del Chorro de Quevedo
Universitarios alrededor del Chorro de Quevedo
Una pequeña muestra del arte urbano de Bogotá
Una pequeña muestra del arte urbano de Bogotá

También fuimos a la Quebrada de la Vieja, un sendero que sube hasta uno de los puntos altos de las montañas de alrededor de Bogotá. Tuvimos mala pata, ya que el sendero se cierra antes de mediodía y no pudimos culminar el camino, aun así el paseo por la zona resultó ser muy agradable y entretenido. Volviendo, después del intenso ejercicio, bien nos merecíamos llenar el estómago. Javier y Paola nos recomendaron probar el tamal, una masa de harina de maíz con frijoles y carne de pollo que se sirve envuelto en una hoja de platanero, muy típico para el desayuno. También probamos el dulce de bocadillo, algo muy típico colombiano, pero que lo ideal es acompañarlo con queso.

Seguido nos fuimos a pasear por el distrito Zona Rosa y el parque de la 93, dónde pudimos ver otra de las caras de la ciudad, más actual y clase de mayor poder adquisitivo. Pudimos averiguar que en Colombia cada distrito corresponde a un estrato, del 1 al 6. Este estrato marca el precio de la vivienda, impuestos y el nivel de vida de sus habitantes, esto crea barrios divididos por clases sociales. También supimos que en las mismas universidades se requiere el estrato a la hora de solicitar una matrícula, así que ya sabemos quien tiene más preferencia a la hora de entrar en ellas.

Tampoco podía faltar una visita a Montserrate, lugar de peregrinación para todo creyente. El día más especial para hacer la visita es el domingo pues la gente sube en masa y el ambiente que uno se encuentra es más que interesante. La subida es sencilla pero exigente, también se puede hacer uso, previo pago, de un funicular. Nosotros no lo utilizamos. Sin un momento de tregua, la pendiente que se salva es de casi 1500 metros que suele hacerse en unas dos horas. Al llegar a la cumbre, una iglesia y algunas tiendas y restaurantes hacen las delicias de los peregrinos. Las vistas de la ciudad des del lugar son espectaculares. Como curiosidad, en una de las capillas de la iglesia tienen la misma virgen que se puede encontrar en el monasterio de Montserrat, la Moreneta.

Vistas des de el cerro de Montserrate
Vistas des de el cerro de Montserrate

El distrito de Usaquén, otro de los más pudientes y donde cada fin de semana montan un mercadillo de artesanías y espectáculos callejeros, muy bonito e interesante,

Los domingos las grandes avenidas de la ciudad cierran el paso a los vehículos hasta el mediodía para que transeúntes, patinadores y ciclistas disfruten de agradables paseos mañaneros. El ambiente es estupendo y muy sano, la capital desborda ganas de mantenerse en forma.

Mercadillo y puestos en Usaquén
Mercadillo y puestos en Usaquén