Cuanto más cerca estaba el día para cruzar a Turkmenistán, más sentiamos la emoción de traspasar la frontera. Obtener la visa fue un subidón, pero estar a las puertas del país aún fue más emocionante. No teníamos apenas información reciente de otros viajeros, pero con ganas encaramos el edificio del control fronterizo para presentar nuestros pasaportes. Al salir levantamos dedo a un coche que venía lleno. Dentro, la familia entera. Igualmente se pararon y nos hicieron hueco más nuestras dos…

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