McLeod Ganj, un remanso tibetano en India

Tíbet parece, pero Tíbet no es. Un señor mayor, tranquilo, de pelo canoso pero de apariencia fuerte y resistente. Sonríe todo el tiempo con una mirada sincera, agradecida. Nos preguntamos si será uno de los muchos que se marchó del Tíbet cuando China decidió invadir un territorio del que se desentendió cuando no le convino y que ahora, por razones económicas, controla a su antojo. Sin entrar en razones políticas, las maneras en que se adueñó de este territorio no son precisamente humanas. Así lo explica el Museo del Tíbet justo en la entrada del complejo Tsuglagkhang (Templo del Dalái Lama).

McLeod Ganj

McLeod Ganj

Para llegar hasta McLeod Ganj primero hay que llegar a Dharamsala, en el estado de Himachal Pradesh, que aunque pueda parecer la misma población, no lo es. En McLeod Ganj, se respira Tíbet, aunque en sus calles sigue palpándose un poco de India, pero el ambiente es muchísimo más apacible. Parece que el carácter tranquilo de los tibetanos ha contagiado también el de algunos indios. En este reducto de paz se han instalado refugiados tibetanos huyendo de la persecución a la que están sometidos en la tierra a la que pertenecen y es donde se encuentra la sede del Gobierno Tibetano en el exilio. Han construido templos, han adaptado casas, han montado sus negocios y han acercado a esta región parte de su cultura. Si bien muchas cosas se perdieron por el camino, lo que les queda quieren conservarlo.

Reciclar me hace feliz

Reciclar me hace feliz

Estudiante en McLeod Ganj

Estudiante en McLeod Ganj

Las túnicas rojas con cabezas exentas de pelo deambulan por esta población libremente ya que el centro de estudio budista se concentra en el complejo de Tsuglagkhang, donde cada tarde a partir de las 18:00h los visitantes pueden ver a los estudiantes budistas entonar las oraciones y luego debatirlas en un intercambio de opiniones, sentenciando con una característica palmada. Antes, un agradable paseo por el circuito Kora, recorrido fácilmente reconocible por las banderas de oración donde los peregrinos mueven las ruedas para que sus oraciones sigan propagándose, puede ayudar a ambientarte.

Pupitres en el Templo del Dalái Dama

Pupitres en el Templo del Dalái Dama

Estudiantes en el Templo del Dalái Lama

Estudiantes en el Templo del Dalái Lama

Circuito Kora

Circuito Kora

Alrededor de McLeod Ganj hay cumbres de grandes alturas, y es que no olvidemos que nos encontramos en la pre cordillera del Himalaya. Eso sí, el ambiente aquí es húmedo y con ello crece una verde y frondosa vegetación que nada tiene que ver con las bastas extensiones desérticas del alto Himalaya. Cascadas, paseos con vistas a esas cumbres, quizás nevadas, lagos… es lo que hubiésemos disfrutado si los días hubieran estado despejados. Nos tocó un clima lluvioso, el sol no aparecía más que unos minutos por la mañana, y con suerte. El resto del día se lo pasaba lloviendo, nublado o neblinoso. Así que muchas de las excursiones que teníamos pensadas, renunciamos, ya que no merecía la pena aventurarse. Aunque, aún lloviendo nos animamos a hacer alguna de las más cercanas.

Banderas de oración

Banderas de oración

Ruta por las alturas de Dharamkot

Ruta por las alturas de Dharamkot

En Bhagsu, hay una cascada muy concurrida, a un paseo desde McLeod Ganj. ¡Como les gusta a los indios hacerse fotos! No les importa meterse en el agua vestidos, y siempre con la cámara del teléfono lista para inmortalizar el momento. Justo donde empieza el recorrido a la cascada hay un templito con una piscina sagrada un poco desaprovechada.

Cascada de Bhagsu

Cascada de Bhagsu

¡Hacemos un alto! Comprobamos que no solo los tibetanos se refugian en estas tierras. Un poco más al norte, en una aldea llamada Dharamkot, encontramos otro asentamiento, aunque las necesidades no son las mismas. Parece que es el lugar predilecto de los jóvenes israelitas para liberarse, dar rienda suelta al desenfreno y disfrutar de una serie de privilegios a bajo a coste. Los carteles ya no es necesario escribirlos en inglés, con el israelita basta. Muchos adoptan una estética hippie, algunas veces acompañados de una guitarra, y se sientan en el suelo a modo de chill-out a disfrutar de un chai, o una cerveza. Luego, encontramos a los pies descalzos, viajeros que perdieron sus zapatos cuando se descalzaron para entrar en algún templo y llevan meses sin encontrarlos, porque van siempre como buscando algo… ¡les deseamos mucha suerte!

Dharamkot

Dharamkot

¡Proseguimos! Subiendo la ladera de Dharamkot, se llega a un templito dedicado a Devi. Aunque creemos que la gracia de subir hasta aquí no es el templo, sino las vistas. No podemos confirmarlo del todo, pues, cuando fuimos la montaña tenia enganchada una niebla en sus laderas tal que no veíamos más allá de diez metros por delante. Con esta fabulosa panorámica y en muy buena compañía, nos animamos a bajar de Dharamkot a McLeod Ganj vía Naddi, aldea también conocida por la Tibetan Children’s Village y el Lago Dal. En Naddi, ante la lluvia que empezó a caer sobre nuestras cabezas, nos refugiamos en un teatro donde se estaba representando música tibetana, con el palacio de Lhasa de fondo. Todos muy bien arreglados, con sus vestimentas festivas típicas, entonaban canciones mientras la televisión del Tíbet los grababa.

Partido de fútbol en Naddi

Partido de fútbol en Naddi

McLeod Ganj también es un lugar perfecto para estudiar budismo, hacer retiros de meditación o incluso recibir clases de yoga, medicina ayurveda o cocina. Muchos son los que escogen este rincón para, mayor o menor medida, formarse en estas disciplinas. Con algo de suerte, incluso puedes hacer coincidir tu visita con alguna de las enseñanzas públicas (teachings) del mismísimo Dalai Lama.

Siempre que necesitemos un reducto de paz y harmonía en la India, nos acordaremos de Dharamsala, perdón, de McLeod Ganj.

2 comentarios

  1. Encarna dice:

    Qué gran explicación!!! Dan ganas de coger las maletas y salir corriendo a vivir con vosotros esa maravillosa experiencia. Un abrazo.

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Alberto Campaña y Sonia Díaz son los autores de VísteteQueNosVamos, una web que nació en el año 2014 a raíz de un viaje vuelta al mundo. Apasionados de los viajes y de la montaña desde siempre, en un par de ocasiones decidieron dejarlo todo y salieron a conocer el mundo sin billete de vuelta. Una vuelta al mundo los llevó por Nepal, Sudeste Asiático, China, Japón, EE.UU y Sudamérica, recorriendo miles de kilómetros en transporte público, a pie y en autostop. A finales del año 2019 finalizaron su ruta por el Indostán, Asia Oriental y Central, y regresaron a España para comprarse una furgoneta 4x4. La decisión es clara, no quieren parar de viajar.

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