Detalles de un viaje por Corea del Sur

Por varios motivos normalmente Corea del Sur no entra dentro del circuito de viajes con mochila tipo low cost. No es un país barato. En muchos aspectos los precios son elevados y turísticamente hablando no tiene un gran patrimonio cultural conservado, ya que después de las diferentes guerras sufridas, la mayoría de los edificios históricos desaparecieron y prácticamente todo está reconstruido. Eso sí, en cuanto a naturaleza tiene muchísimos rincones por explorar.

No nos gustó tanto la obsesión por el crecimiento económico. En pocos años han alcanzado un nivel de vida muy por encima de algunos países asiáticos y europeos. A costa de esfuerzo y dedicación, han trabajado duro, es cierto, pero eso también hace que el nivel de exigencia social sea muy elevado.

Nosotros llegamos sin saber demasiado acerca del país y nos marchamos conociendo una sociedad exigente pero una cultura elegante, sincera y MUY hospitalaria. Por supuesto que también se dedican a su tiempo libre y saben como pasarlo bien.

¿Daegu? ¡Me suena a marca de coche!

¿Quién no ha oído hablar de Hyundai o Daewu? Sí, hablamos de marcas de coches coreanas. La ciudad de Daegu nos recordaba a uno de los sectores industriales más importantes de este país. El automóvil. Y aunque nosotros lo creíamos, no recibe el nombre de esta ciudad de Corea.

Los vuelos baratos de Taiwán a Corea del Sur aterrizan aquí. En Daegu no hay mucho que hacer pero por el contrario resulta una buena introducción a la cultura coreana. Lo más visitable en la ciudad es el Mercado de Seomun – el mercado callejero tradicional más grande de Daegu -, la calle Kim Kwang Seok y el Museo Oriental de Medicina. Si eres de los que les gusta la marcha nocturna, hay mucho, pero no es muy diferente al resto de otras ciudades: bares, restaurantes y karaokes.

No muy lejos de la ciudad está el Parque de Bullodong, antiguas tumbas en forma de montículo a diferentes tamaños y alturas. No parecen tumbas. Son gratuitas, y además, nada turísticas.

Como suele pasar en Corea, alrededor de las ciudades hay parques naturales en los que se pueden hacer trekkings y disfrutar de la naturaleza. A los coreanos les encanta – van vestidos muy profesionales – y las infraestructuras están bastante curradas. Hicimos una pequeña caminata hasta Gatbawi, un lugar de peregrinación budista para muchos coreanos. Aquí comprobamos la parte espiritual de esta cultura.

El imperio Silla en Gyengjou

Si hablamos de las antiguas civilizaciones que ocupaban el territorio actual, inevitablemente tenemos que hablar de Gyengyou y el Imperio Silla. Este imperio fue muy importante y de los que se conserva más patrimonio. Lo más representativo de la parte histórica de la ciudad es que están las tumbas más importantes del imperio. Una de ellas está puesta patas arriba ya que la están estudiando. Permite hacerte una idea de cómo era por dentro y ver insitu el trabajo que realizan los arqueólogos e historiadores. También quedan algunos vestigios como el Observatorio Cheomseongdae -dicen que es el más antiguo de toda Asia- y la Gyochon Hanok Village, una aldea tradicional con hanoks, la mayoría reconstruidos.

Recorrer la ciudad se hace fácilmente a pie o en bicicleta. También es interesante acercarse a ver el Mercado de Seondong, recorrer el paseo del río y las calles de la ciudad saliendo así de la zona turística.

Autostop por las carreteras coreanas

Moverse por Corea resulta caro a nuestro presupuesto. Así que nos movimos haciendo autostop. No fue difícil pero tuvimos que esperar más de lo que creíamos, sobretodo en las salidas de las grandes ciudades como Busan. Siempre se da la casualidad que en los países con mayor poder adquisitivo las personas que van dentro de los autos desconfían más. No es el caso de Corea – ni de Taiwan ni Japón-.

Quien hace autostop sabe los encajes que hay que hacer para salir de una gran ciudad, pero una vez en ruta todo va rodado. Vender lo mejor de ti como si fueses un anuncio de Coca-Cola en plena carretera, sonrisa y pulgar apuntando al cielo. En Corea no esperarás mucho para que alguien te ayude. En el peor de los casos te querrá llevar a la estación de autobuses porque no entiende que haces allí. ¡Con lo que te ha costado llegar, para que luego te lleve de vuelta a la ciudad! Aunque no dominen el inglés, la voluntad por hacerse entender la tienen. Benditos traductores. No podemos negar la predisposición de todos los que nos han recogido y ayudado en la carretera. Todos han ido un paso más allá de un simple recorrido y muchas veces nos han dejado en la misma puerta o invitado a comer.

Una familia en Busan

Busan es una ciudad que tiene mucho que ofrecer. El enclave es perfecto, montaña y mar. 2 en 1. Los días que pasamos en la ciudad estuvimos con una familia que bien podría representar el modelo familiar perfecto. Un matrimonio con dos hijos, niño y niña.

Una visita es una ocasión especial, un motivo de celebración. Las sobremesas se alargaron todos los días hasta las tantas. La curiosidad e intercambio cultural era el eje principal de conversación. Aprendimos muchísimo sobre protocolo social.

Los hijos siempre ocupados y los mayores siempre preocupados. El trabajo, la educación y las relaciones sociales son los principales motivos. La educación –suneung– se convierte en estrés y la apariencia en un aspecto en el que hay que destacar siempre. Lo hemos vivido en otros países, y aunque no nos sorprende, nos resulta un poco triste que se dé tantísima importancia al aspecto físico. Llegar al punto que se hagan cirugía estética para conseguir mejores oportunidades de trabajo nos parece demasiado.

Mientras no estábamos con la familia, nos lo pasamos visitando la ciudad. La ciudad es enorme y hay que planificar un poco los lugares que se quieren visitar para aprovechar bien el tiempo.

Uno de los lugares que nos parecía atractivo de visitar es el Jalgachi Market. Los vendedores exhiben diferentes productos clasificados en peceras. El pescado sigue vivo mientras nadie lo compra, y si lo deseas puedes subir a la planta de arriba para que te lo cocinen. ¡Cuidado con el tamaño de los mejillones y con otro con apariencia a la de un pene! Pero el ambiente que más nos gustó fue el del mercado Chungmu, también de venta de pescado.

No muy lejos se encuentra BIFF Square. Una zona peatonal donde se celebra el festival de cine de Busan. Cuando no se está celebrando, los puestos callejeros y el ambiente juvenil es su máximo atractivo. Como no estábamos muy lejos y la veíamos todo el rato, nos acercamos a ver la Torre de Busan. Está en el Parque Yongdusan y lo que más nos sorprendió no fue la altura de la torre sino más bien las escaleras mecánicas futuristas para acceder a dicho parque.

Después de un largo paseo llegamos al Gamcheon Cultural Village. Un par de calles donde se agrupan comercios y locales alternativos. Super turístico. Muchos jóvenes se acercan aquí para tomarse fotos con los edificios remodelados.

Beomeosa es un complejo de templos en los límites de la ciudad. Queda algo alejado pero está bien conectado por el transporte público. Cuando nos acercamos el ambiente estaba muy relajado, pero durante los fines de semana tenemos entendido que se abarrota de gente. En los alrededores hay buenos paseos para hacer. Por ejemplo el que conduce a una de las puertas de la antigua muralla, desde donde se puede subir al Geumjeongsan, una cima popular entre los habitantes.

Durante la guerra entre las Coreas hubo muchos muertos, entre ellos miembros de las Naciones Unidas. En su memoria se creó un parque cementerio que se puede visitar. Muy cerca está el Museo de Busan, interesante para hacerse una idea de la historia más antigua y más reciente de la ciudad.

Las playas de Haundae y Gwangalli gustan mucho entre los habitantes. De Gwangalli impresiona las vistas al puente pasando por encima del mar y el skyline al fondo. De Haundae lo que más nos gustó fue el baño de pies en aguas termales que hay en el paseo marítimo. Un lugar donde vecinos y visitantes se juntan para ponerse al día y echar un ratillo.

Una mañana nos despertamos temprano para disfrutar de un paseo matutino por el Parque Igidae junto a nuestros anfitriones. Temprano, porque a las 8:00am tenían compromisos que atender. En sábado y su agenda seguía igual de apretada que cualquier día entre semana, nos explicaban. Reconocemos que ver amanecer desde este punto mereció muchísimo la pena, el madrugón y la compañía.

Mucho kimchi y makgeolli

De los 28 días pasados en Corea del Sur no ha habido ni uno sólo que no comiéramos kimchi ni bebiéramos makgeolli. Son los dos productos estrella, los que nunca faltan en las reuniones. Nuestra presencia siempre era motivo para considerar un día especial. Así nos lo demostraron todos y cada uno de los anfitriones que nos recibieron en su casa. La sobremesa se alargaba, de vaso a vaso de makgeolli, después de haber comido kimchi acompañando la comida. Como curiosidad, el kimchi es una preparación fermentada de varios vegetales, pero el más consumido es la col china. Antiguamente se conservaba en vasijas de barro. En estos tiempos modernos, en muchas casas coreanas tienen una nevera exclusivamente para este alimento, así logran que el kimchi mantenga la temperatura idónea para una buena conservación.

Boseong, joven trabajando como profesora de inglés

El crecimiento de la sociedad es tan elevado que adquirir un buen nivel de inglés es algo imprescindible para los jóvenes coreanos. Ese es el motivo por el que los profesores extranjeros han proliferado por las diferentes ciudades del país. La mayoría son de Estados Unidos. Tuvimos la suerte de alojarnos con una pareja en Daegu y otra chica en Boseong, estadounidenses. Ellos nos explicaron su experiencia en el país y compartieron su percepción de la sociedad coreana, además de presentarnos a sus amistades.

Necesitábamos ver un pueblo coreano. Boseong es conocido por sus campos de té, además de ser una perfecta escapada para huir del recorrido de las grandes ciudades viendo como viven los coreanos fuera de éstas. Visitamos los campos de té. Desde éstos hay unas vistas privilegiadas a una bahía del Sur de Corea. Se puede llegar fácilmente en autobús o en autostop.

101, 102, 103, 104…

Lo primero que nos chocó al llegar al país son los edificios de vivienda idénticos de las ciudades. Se multiplican y da la sensación de estar dentro de una maqueta gigante ¿Los has visto? Son 101, 102, 103, 104… Samsung Park. Hyundai Cottage. Huele a chamusquina. Sin duda estas dos marcas son internacionalmente conocidas y no precisamente a corta escala. Son las dos grandes coreanas, dentro y fuera del país. Algunos dicen, que son las que mandan. No nos extrañaría porque están por todas partes. Parece que ejercen un cierto control sobre el gobierno, pero eso no lo diremos muy alto, vaya a ser… Sin lugar a dudas, la edificación coreana se basa en edificios muy altos donde en forma de colmena viven miles de familias. En la era moderna casi han desaparecido las casas tradicionales de planta baja y han proliferado estos edificios masivamente.

Charlas en Gwangju y Jeonju

El consumismo hace tener una percepción entre sus ciudadanos bastante superficial. Ni ellos mismos se dan cuenta que son encantadores, simpáticos, abiertos y muy hospitalarios. Eso si, los coreanos de edad más avanzada juegan en otra liga y aún siguen con sus costumbres fuera de la vorágine del consumo. Son dos generaciones diferentes que visiblemente se aprecia en todo el país. Comprobamos unas ciudades donde los colores que imperan van del blanco al negro, pasando por tonalidades de grises. Pero por suerte, en las ciudades de Gwangju y Jeonju nos topamos con grandes personas que ven la vida en más colores. Éstos jóvenes comparten entre ellos las ganas de no llegar a lo más alto sino ganarse la vida haciendo lo que les gusta. Se esfuerzan igual que el resto, pero lo importante para ellos es lo que hacen y no lo que piensan los demás.

Corea también nos sorprendió con personas críticas y preocupadas sobre el rumbo de su país. Nos dio la oportunidad de conocer personas que han sido mucho más que anfitriones, que nos han hecho emocionarnos al despedirnos y a los que les tenemos que agradecer muchas cosas. Personas con las que nos lo hemos pasado muy bien y divertido mucho. Será que tampoco son tan serios estos coreanos, ¿no?

Como pasar un día en un jimjilbang en Seúl

Por favor, de mayor no nos lleves a una residencia. Tráenos a un jimjilbang.

¿Qué es un jimjilbang? Son baños públicos equipados con todo tipo de artilugios relacionados con el aseo y cuidado del cuerpo. Desde jacuzzis hasta saunas. Baños turcos, onsens… lo hemos experimentado en otros países, pero el jimjilbang va más allá. Las instalaciones no sólo están pensadas para el aseo sino que puedes relajarte con otras actividades que ofrece el complejo. ¡Puedes quedarte hasta dormir!

Protocolo. Al entrar pagas tu entrada de 24 horas y te asignan un par de loockers para guardar tus pertenencias. Te dan un uniforme cómodo tipo pijama y toallas. En la planta de abajo del edificio encontramos la zona de baño de mujeres y en la planta de arriba la de hombres. No hay posibilidad de cruzarse. La planta intermedia es la zona común. Primero, hay que recrearse mucho en la zona de baños y sauna. En la de baños hay duchas de pie y sentadas (comodísimas duchas típicas de Corea y Japón) donde los locales se tiran prácticamente 2 horas frotándose bien con jabón por todo el cuerpo. Segundo. Una vez duchado, tienes vía libre para ir al jacuzzi o a las saunas. Lo haces completamente desnudo, junto al resto de clientes. Sólo en las áreas comunes es obligatorio ir vestido con el uniforme, pero en los baños es de obligado cumplimiento ir desnudo. Tercero. Acabado el ritual de baño ya estás listo para Ir a la zonas comunes. Individualmente o en grupo, pasan largas horas en las instalaciones juntándose cualquier día de la semana en Seúl mientras beben sikhye.

Un comentario

  1. Andrea Rojas dice:

    Es un país espectacular para conocer me gustaria algún día poder ir a conocer de sus culturas, costumbres y comidas su gente y talvez tener amigos de ese país

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Alberto Campaña y Sonia Díaz son los autores de VísteteQueNosVamos, una web que nació en el año 2014 a raíz de un viaje vuelta al mundo. Apasionados de los viajes y de la montaña desde siempre, en un par de ocasiones decidieron dejarlo todo y salieron a conocer el mundo sin billete de vuelta. Una vuelta al mundo los llevó por Nepal, Sudeste Asiático, China, Japón, EE.UU y Sudamérica, recorriendo miles de kilómetros en transporte público, a pie y en autostop. A finales del año 2019 finalizaron su ruta por el Indostán, Asia Oriental y Central, y regresaron a España para comprarse una furgoneta 4x4. La decisión es clara, no quieren parar de viajar.

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